Imprimir

Hna. Blanca Aurora Marín: "La caridad creativa de Marie Poussepin"

on 18 Mar, 2020
Visto: 2396
DESCARGAR EN PDF:
1 ES H. Blanca Aurora Marín Descargar
 
Por HNA. BLANCA AURORA MARÍN HOYOS (Colombia).- Hablar de la caridad creativa de Marie Poussepin invita a volver la mirada a las Reglas Generales y a los Reglamentos de Sainville, en los cuales encontramos la dimensión evangélica de su servicio de caridad, su testimonio y su legado a la Congregación. 
 

Dimensión Evangélica

En la infancia y, sobre todo, en la juventud, la vida de Marie Poussepin se distingue por su vida de oración y el amor a los pobres; experiencia que va unificando su vida en la fe, la esperanza y la caridad.

Su caridad tiene su fuente en el amor de Dios, se alimenta de la oración, el estudio y la contemplación de la Palabra y busca solo la gloria de Dios y el bien del prójimo. Todo lo espera de Dios y todas sus acciones las hizo en un deseo sincero de agradar a Dios[1]. La clave de su compasión está en la relación de amor, la amistad y la intimidad con el Señor, que renueva e impulsa, para ir al encuentro del hermano necesitado a llevarle su amor y su misericordia. Marie Poussepin se mantiene unida a Dios y por eso su predicación se convierte en buena noticia para los pobres y enfermos de Sainville.

El amor a Dios, practicado, en las obras de misericordia, espirituales y corporales, hacia el prójimo, es la característica de su fisonomía espiritual. En su Beatificación la Iglesia reconoció el heroísmo de sus virtudes y la declaró “Apóstol Social de la Caridad” [2].

Su testimonio de Caridad

El hogar fue para Marie Poussepin su primera escuela, que la inició en el ‘servicio de la caridad’. Desde niña se ocupa, con su madre, de este ministerio y se va afirmando en ella a través del servicio a los más pobres y enfermos, la lectura asidua de la Palabra de Dios, la oración y la contemplación, lo que le permite encontrar cada vez nuevos caminos y nuevas formas de expresión.

En su itinerario espiritual va descubriendo que la caridad tiene en mira siempre a Dios y a los hermanos. Este movimiento hacia Dios y hacia los hermanos, mantiene durante toda su vida la dinámica del servicio y la fidelidad en la entrega. Su amor para con Dios se manifestó en una exacta observancia de los mandamientos, en la práctica de los consejos evangélicos, en su continua unión con Dios y en vivir lo más exactamente posible las máximas del Evangelio: “Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas” y “Amarás al prójimo como a ti mismo”[3]; Caridad que se expresa en el amor a los hermanos, a través del encuentro, la acogida, la solidaridad y el don de sí­ misma.

Su compasión sigue el estilo que Jesús ha enseñado en la parábola del buen samaritano: amor desinteresado e incondicional, que acoge a cada persona y se hace prójimo más allá de toda diferencia cultural, social o religiosa. Su servicio no excluye a nadie, pero los pobres tienen su preferencia y su solicitud: “No tengáis menos amor por los pobres que por los ricos”, “amad ante todo a aquellos que tengan mayor necesidad”[4]. La caridad fue durante toda su vida el secreto de su entrega, la razón de su Instituto, la fuerza del apostolado y el motivo de sus preocupaciones.  

La caridad en Marie Poussepin tiene unas notas características: La gratuidad, así lo vivió y  recomendó a sus hermanas[5]; es fuente de renovación, de cambio y de transformación social, como en Dourdan; es medio de encuentro con el pobre y de inclusión del enfermo y abandonado, como en Sainville; es factor de promoción humana y desarrollo social, mediante la educación y formación para el trabajo; la caridad se vive en el corazón del mundo, con toda la riqueza y la fuerza de la experiencia del amor de Dios, de la vida fraterna en comunidad y de la entrega a la misión, como lo evidencia la expansión misionera de su comunidad.

El servicio de caridad hacia los enfermos, pobres y necesitados, la educación de la juventud y la predicación del Evangelio pertenecen a la esencia de su caridad, se implican mutuamente y no pueden separarse.

Volver a Sainville no es simple cuestión de historia, sino que nos permite disponer del mejor de los testimonios, a nuestro alcance, para entrar en la creatividad de la caridad.

¿Cómo vivimos hoy día, a nivel personal y comunitario, este sentido evangélico de la gratuidad?

 

Legado a la Congregación

Para dar un impulso renovado a la caridad, en este Año de Gracia, por su Beatificación, es necesario volver sobre las enseñanzas que nos dejó este “Apóstol Social de la Caridad”:

A la casa de Marie Poussepin se llega “para vivir y morir en el ejercicio de la caridad”[6].  Caridad que no se limita a una manera de trabajar, sino que configura un nuevo modo de ser, de vivir, de disponibilidad para la misión y se vive con acciones concretas en la vida cotidiana.

La caridad se enseña más con obras que con palabras, debe ser el “alma de la comunidad” y está regulada sobre la que Jesucristo tiene por los hombres y no fundada en el parentesco o afinidad[7].

La caridad en Marie Poussepin es ordenada, práctica, generosa, sacrificada, se alimenta en el encuentro con Cristo, se nutre en la contemplación, se aprende en el Evangelio y se vive en la vida fraterna y apostólica[8]. La intensidad de la contemplación está en relación directa con el anuncio de la Palabra y el servicio de la caridad[9].

La caridad ha de asegurar la unidad de las hermanas entre sí[10] y las conduce a la cordialidad, a la afabilidad, a atenderse mutuamente, les inspirará que juzguen siempre favorablemente de las acciones de las demás o a que excusen la intención, cuando no pueden justificar sus acciones. Ella les dará también el valor de la corrección fraterna y de anunciar a Cristo con gestos de fraternidad y caridad evangélica[11].

Los enfermos, pobres, débiles, marginados, desplazados… son los caminos en los que se oye la voz de Cristo “A mí­ me lo hicisteis”[12]. Su caridad no excluye a nadie; disfruta del trabajo; es flexible y capaz de romper con esquemas establecidos; es audaz para tomar nuevos caminos y trascender fronteras; sensible ante los problemas de los otros y está abierta al mundo y a nuevas llamadas.

¿Cómo avanzar en esta dirección que renueve la creatividad de la caridad, en el ámbito personal, de provincia y de Congregación?

 

La Iglesia, en distintos momentos, nos exhorta a “invertir en la creatividad de la caridad”. San Juan Pablo II, invita a los Institutos a reproducir, con valor, la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras, que den vida a nuevos modos de actuar el carisma, a nuevas iniciativas y formas de caridad apostólica[13]. Y el Papa Francisco, en el Año de la Vida Consagrada (2014), insistió en que no tengamos miedo de abandonar los “odres viejos”, es decir, de renovar las estructuras que nos dan falsa protección y que condicionan el dinamismo de la caridad.

En sintonía con las llamadas de la Iglesia y contribuyendo a su misma renovación, el 55 Capítulo General, reafirmó: “vivir la predicación del Evangelio, por el servicio de caridad, en el encuentro con cada hombre y mujer, con quién compartimos el camino”. Y pidió “salir al encuentro de los últimos y excluidos, escuchar a Dios en los clamores de los migrantes, los indígenas y afros, las mujeres, los pobres, los encarcelados, los enfermos, los ancianos y los jóvenes, la ecología integral, responder con creatividad a las nuevas formas de pobreza del siglo XXI y llevar adelante procesos de transformación integral de grupos vulnerables, hacia la consecución de una vida digna…” Invita a tener en cuenta que la metodología y las acciones pueden y deben cambiar, adaptándose al tiempo, a la cultura y a las necesidades de los hombres y las mujeres de hoy, y debe permanecer el impacto evangélico, que transforme la realidad y haga presente el reino de Dios.

Las circunstancias históricas y las diversas situaciones humanas son interpelaciones del amor de Dios en el tiempo, que reclaman la creatividad y la fuerza de nuestro servicio de caridad. Muchas son las urgencias y llamadas del mundo, ante las cuales no podemos permanecer insensibles.

 ¿Dónde contemplar concretamente el rostro de Cristo y cómo llegar a las diferentes pobrezas del mundo de hoy con nuestro servicio de caridad?

 

La Caridad de Cristo nos urge. 2 Cor 5,14

Muchas cosas serán necesarias para revitalizar el carisma; pero si faltara la caridad (ágape), todo sería inútil. Nos lo recuerda el apóstol Pablo en el Himno a la Caridad: “aunque habláramos las lenguas de los hombres y los ángeles, y tuviéramos una fe que mueve las montañas, si faltamos a la caridad, todo sería nada[14].

Apostar por la caridad pide volver la mirada a la audacia de la caridad de Marie Poussepin y de nuestras hermanas, que a lo largo de estos tres siglos, arriesgándolo todo, abrieron nuevos caminos a la predicación del Evangelio y al servicio de la caridad. Caridad que hoy, quizás, requiere mayor creatividad y reorientar sus acciones a la luz de los problemas actuales y necesidades del mundo de hoy.

El Papa Francisco, en Evangelium Gaudium, señala tres elementos para la audacia de la caridad: 

Solo desde la audacia de la caridad seremos testigos y profetas del amor de Dios, en nuestro mundo. Sin olvidar que la creatividad de la caridad, en Sainville, broto de un corazón centrado en Dios, enamorado de Dios y firme en el amor a Dios y al prójimo.

La caridad será siempre necesaria, y el fuego del carisma de Marie Poussepin le es necesario a esta historia; así lo confirman las obras de caridad que, en sus más variadas expresiones, siguen vivas en los distintos continentes.[15]

Que este año, de Acción de Gracias al Señor y de profundización del carisma, sea la ocasión para que se reafirme en la Congregación el ardor de la caridad, se vuelva a beber en la fuente del carisma y se revitalice en el espíritu de los orígenes. 

Para la Congregación es la hora de la nueva imaginación de la caridad. Sabiendo que todo necesita cambio y puntos de atención distintos, según el medio, el país y la cultura.

Proponga dos estrategias que podrían ayudarnos a revitalizar el Carisma a nivel de Congregación, de Provincia y comunidad.

 

BIBLIOGRAFÍA


[1] Intuición primera

[2] Cf. Causa de canonización de la Sierva de Dios. Relación y votos del Congreso de teólogos, Votos VI, VII, 1991.

[3] Deut. 6, 5. Lev 19,18

[4] Marie Poussepin. Reglas Generales

[5] Cf. R XXVI

[6] Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, Constitución 1. 2010

[7] Reglamentos de Sainville II.  2 Pe 1,7.

[8] C 13

[9] IP

[10] Jn 17, 20-23.

[11] Cf. R II.

[12] Mt 25,40.45

[13] Juan Pablo II, Vita Consecrata, Nº 37

[14] cf. 1 Co 13,2-7

[15] Cf. Gobierno general, “Nuestra historia se hace misión” 2019.