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Madres generales

 

Por la fe...

La BeauceLa Beauce

 

 

Cómo no evocar los testigos de la fe en la historia de nuestra Congregación, son innumerables los nombres de hermanas que han marcado una huella que nos han dejado un testimonio vivo de su fe en lo cotidiano, en lo sencillo de sus vidas, tantas a quienes hemos conocido, con quienes hemos vivido, qué bueno hacer memoria en comunidad y dar gracias a Dios por ellas. Hoy estamos invitadas a recoger las huellas que nuestras superioras generales han dejado. Por la fe llenaron sus vidas de Dios y supieron mantenerse en pie cumpliendo su misión.

POR LA FE... MÈRE AGNÈS REVERS supo poner sus cualidades de organización y sentido práctico al servicio del bien común a fin de consolidar la comunidad en la fidelidad al espíritu primitivo y a la vez atender lo material y administrativo. Su fe la lleva a superar las dificultades internas de la comunidad y atender con visión de futuro todo lo relacionado con la misión.

POR LA FE... MÈRE LA CROIX con su vida sencilla, pobre fiel, condujo la Congregación en los años difíciles de la Revolución Francesa, vivió con gran dolor la dispersión de la Comunidad, atendió con gran caridad a sus hermanas velando por su futuro y despertando en ellas una gran confianza, decía: “se ha arrebatado a las hermanas su casa de piedra, pero no pueden quitar de su corazón, el espíritu que permanece y hace vivir”.

POR LA FE... MÈRE AUGUSTIN a pesar de su repugnancia, acepta la elección y comienza su generalato en una época muy difícil: la Reconstitución de la Comunidad. Su principal misión es volver a sembrar el espíritu religioso de Marie Poussepin en el pequeño resto de hermanas, acoger a quienes desean volver y renovar su consagración; con gran esperanza, confiando en la Providencia trabaja por las nuevas vocaciones y su formación. Consigue una casa para reunir la comunidad y entre penas y alegrías lleva el pesado fardo del momento, con gran confianza y valor en el porvenir de la Congregación.

POR LA FE... MÈRE POTENTIENNE en medio de privaciones, imposiciones, confusión en el clero, sostenida por la oración, incansable y abnegada, hace frente a la situación llena de ternura y compasión, ella misma se convierte en la madre de los tiñosos. Se empeña en la formación de las niñas pobres, siempre fiel al legado de Marie Poussepin.

POR LA FE... MÈRE ADELAIDE vive como sus antecesoras un tiempo turbulento, un escenario que reclama creatividad, fortaleza, y sobre todo oración. Mère Adelaide reconocida por su capacidad de trabajo, orden y talento administrativo, se dedica a la consolidación de las comunidades, las visitas, y prepara comunicaciones para mantenerse unida a sus hermanas y encontrar en ellas el consejo y apoyo oportuno. Su fe la lleva a seguir el camino del discernimiento. Cada hermana recibe los Reglamentos no como legalismo sino como un camino de seguimiento de Cristo.

POR LA FE... MÈRE SUZANNE muy inteligente, innovadora, tenaz en sus propósitos, fortaleció las fundaciones, logró para la Comunidad un equilibrio económico, dando pruebas de reflexión y prudencia. Su fe activa le impide paralizarse ante las dificultades, se preocupa por las vocaciones y busca con sus hermanas la voluntad de Dios.

POR LA FE... MÈRE ASSOMPTION encarna y actualiza el servicio de Caridad, atendiendo ella misma a los enfermos de cólera y animando a las hermanas a hacer lo mismo, ofreciendo sus vidas como víctimas. Quiso dar respuesta a las necesidades de enfermos y pobres. Durante su generalato se abrieron obras polivalentes en sectores marginados. Por la fe acoge las orientaciones de la Iglesia para la vida religiosa, a partir de este tiempo las hermanas empiezan a emitir sus votos. Edita el Manual para las hermanas.

POR LA FE... MÈRE SAINT PIERRE desde muy niña descubre su vocación: “Yo quiero ser misionera” y para ello, llenó su vida de Caridad. “He ahí la caridad que pasa” era la expresión de quienes la conocieron y fueron testigos de su bondad, de su misericordia, de su sabiduría y sencillez. Su viva fe la llevaba a ver el rostro de Cristo, en los pobres, los enfermos, los huérfanos, para quienes dedicó tiempo y derrochó cariño. Animada por fe, se entrega al servicio de la Congregación, preocupada por la expansión del Carisma dominicano de Marie Poussepin, hizo muchas fundaciones para el servicio de la Caridad, abrió caminos para la formación de las hermanas y supo llevar la cruz de la incomprensión y la humillación.

POR LA FE... MÈRE DU CALVAIRE asume con sencillez y fortaleza el gobierno de la Congregación en un momento crítico al interior de la Comunidad. Por la fe abre horizontes nuevos a la Presentación: España, Colombia, Iraq son testigos de su audacia sin fronteras. Su fe en las hermanas, su espíritu misionero y su visión de futuro, la llevan a erigir la primera provincia de la Congregación: la provincia de Bogotá. Fraterna y solícita por cada hermana; sus consejos, sus cartas, la hacen presente en la vida de cada comunidad y en la misión encomendada. No descansa hasta conseguir el reconocimiento de la Congregación como Instituto de Derecho Pontificio.

POR LA FE... MÈRE JOSEPHA desde su ingreso a la Congregación pone al servicio de la misión su inteligencia brillante, su temperamento ardiente, su gran corazón, su servicialidad a toda prueba. Es su espíritu de fe el motor de su vida, que la lleva a entregar todas sus fuerzas en los 33 años de generalato en los cuales logró hacer 190 fundaciones, como expresión del Carisma y fidelidad a la Intuición Primera. Su amor a Marie Poussepin le inspira introducir la causa de Beatificación que continuarán sus sucesoras. Se interesó por hacer avanzar el reconocimiento de nuestro origen dominicano. Obtiene del papa León XIII el rescripto con el nombre oficial de la Congregación: "Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación”.

POR LA FE... MÈRE LEON JOSEPH sostiene su vida espiritual con una constante oración; su amor por la Iglesia es inquebrantable. Tuvo que afrontar tiempos difíciles a consecuencia de la I Guerra Mundial, y supo conducir la Congregación durante 18 años, infundió esperanza y serenidad, llevó los asuntos más difíciles con sensatez, con lucidez y firmeza. Por amor a la Fundadora se empeñó con todas sus fuerzas en proseguir con mucho empeño los asuntos de la causa de Beatificación. No hizo fundaciones en Francia, debido a la situación política pero sostuvo la misión existente. Se preocupó por las comunidades de España y Colombia. Visitó Colombia durante seis meses dejando una huella, especialmente, en la línea de la educación.

POR LA FE... MÈRE THÉRESE AUGUSTA con espíritu de fortaleza, sabiduría y prudencia acompaña la Congregación en los difíciles años de la II Guerra Mundial. Sólo su fe en la providencia y su espíritu de organización la sostienen ante el inesperado éxodo de la Casa Madre, invadida por las tropas alemanas, la comunidad sale para Benais (Francia), “al salir rezan el Magníficat y con el corazón destrozado pero lleno de confianza en la protección del Señor, emprenden la marcha“. Allí permanecen ocho meses. Mére Thérese Augusta infunde paz, serenidad, crea un ambiente familiar, de mutua ayuda, de simplicidad, participa en los quehaceres de la casa, sin descuidar la atención a la Congregación, envía una circular a la Congregación dando cuenta de lo ocurrido. Todo por la fe.

POR LA FE... MÈRE THÉRESE DES ANGES comienza su generalato con un hecho significativo muy de acuerdo con su espíritu dominicano: la afiliación definitiva de la Congregación a la Orden de Predicadores como culminación de un gran trabajo de sus antecesoras. Asume y plantea como reto a la Congregación las exigencias del “aggiornamento” propuestas por el Vaticano II para lo cual convoca, prepara y realiza el Capítulo General extraordinario de 1969. Con ardor misionero lleva la Congregación a nueve países, “la misión está en todas partes,” “unidas queremos ser una pequeña célula de Iglesia, que participa humildemente en el advenimiento del reino de Dios, a este mundo que deseamos sea más justo y más humano”. Gracias a su fe tan viva, esta mujer marcó un impulso de renovación de nuestra vida religiosa orientada al futuro, de cara a la Iglesia y al mundo.

POR LA FE... MÈRE MARIE SAINT THÉRÈSE vive su misión como superiora general en una época de grandes cambios a nivel político, social, económico y eclesial, se siente la necesidad de una renovación, la vida religiosa se seculariza, las vocaciones disminuyen, las tensiones y dificultades al interior de las comunidades piden opciones, se requiere volver a lo esencial y es ella con su fe, con su rectitud y sencillez quien invita a la Congregación al seguimiento de Jesús como norma única de nuestra vida. La elaboración de las Constituciones se impone con las orientaciones del Vaticano II y la vuelta a las fuentes genuinas de la Comunidad. Esta misión compromete a toda hermana y ella nos dice: “juntas podremos construir de manera sólida y duradera nuestra Congregación”.

POR LA FE... HERMANA INÉS MERCEDES MEJÍA TORO, no puede captar la realidad de la Congregación sin situarse a un nivel mucho más amplio, los variados contextos, el influjo de la violencia, la pobreza, la injusticia, la indiferencia religiosa; un mundo así, sin paz, espera nuestra respuesta, la fe requiere firmeza, lucidez, visión de futuro, audacia, compromiso. Ella encuentra en la Palabra de Dios, su luz y su fortaleza, para impulsar en la Congregación una opción por la justicia. La formación y la misión son dos líneas de fuerza en este periodo de 15 años. Al terminar su generalato la Congregación está presente en 33 países. El 20 de noviembre de 1994, tiene lugar en Roma la Beatificación de Marie Poussepin, siendo ya superiora general, recién elegida, Hna. María Fabiola Velásquez.

LA HISTORIA CONTINUA... con Hna. María Fabiola Velásquez, Soeur Monique Colrat y actualmente Hna. Maria Escayola...

Texto: Hna. María Betsabé Guevara

 


 

Biografía de nuestras superioras generales

La Congregación a lo largo de sus más de trescientos años ha tenido 19 superioras generales, contando desde Marie Poussepin, nuestra Fundadora:

LA COMUNIDAD DE SAINVILLE ANTES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
 
 
DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA: RECONSTITUCIÓN DE LA COMUNIDAD EN JANVILLE (1803), 
ESTABLECIMIENTO EN TOURS (1813) Y
EXPANSIÓN DE LA CONGREGACIÓN EN FRANCIA
 
 

GENERALATO DE MÈRE ST. PIERRE   

 
EXPANSIÓN DE LA CONGREGACIÓN EN EL MUNDO
 
 
DESPUÉS DEL CONCILIO VATICANO II
 
 
ÉPOCA CONTEMPORÁNEA
 
El rigor histórico no nos permite todavía escribir la historia de estos tres últimos generalatos.

 

MÈRE AGNÈS REVERS († 1765 en Sainville)

- 1744-1762 -

 

El 2 de febrero de 1744, ocho días después de la muerte de Marie Poussepin, Mons. de Mérinville, obispo de Chartres, propuso a Mère Agnès Revers como superiora de las Hijas de la Caridad de Sainville. Agnès, prima segunda de Marie Poussepin, nació en Linas (Essone) el 13 de noviembre de 1682. Tenía alrededor de 13 años cuando siguió a nuestra Fundadora a Sainville y fue una de las primeras pensionistas de la comunidad naciente. Durante 50 años vivió al lado de Marie Poussepin cuya influencia en su formación fue sin duda profunda.

Su firma aparece por primera vez en 1711. En adelante se le encuentra a menudo como delegada de Marie Poussepin para certificar la muerte de hermanas en Sainville. Con el aumento de miembros de la comunidad y el creciente número de responsabilidades inherentes al gobierno, parece que Marie Poussepin reservó para sí la animación y las tareas espirituales, mientras que Agnès Revers la secundó activamente en las tareas materiales y algunos asuntos administrativos. En 1731 es llamada “subpriora”.

Fue una mujer enérgica, que supo preservar y completar la obra de Marie Poussepin. Terminó de edificar el interior del Convento. Hizo excavar cisternas en el jardín de la comunidad y construir un arco de hierro. En 1759, expandió la casa de norte a sur. En el exterior, consolidó los establecimientos ya existentes y aumentó su número con las fundaciones de Chatou (1746), Rozay en Brie (1749), Mauregard (1753), Faremoutiers en Brie (1754), Chaussy y Richebourg (1760) Courtry (1762) y Courpalay. 

Renunció a su cargo en 1762, y murió el 11 de diciembre de 1765 en Sainville, donde fue sepultada al lado de Marie Poussepin.


 

MÈRE LA CROIX († 1801 en Janville)

- 1762-1792 -

 

Jeanne Boue nace en Rouvray Saint Denis, pueblo de la región de la Beauce situado a pocos  kilómetros de Janville, el 22 de mayo de 1722. No sabemos nada de su infancia ni de su adolescencia. Una simple mención hace aparecer su nombre en los archivos de la Comunidad en 1738. Es agregada al cuerpo de la Comunidad en 1740. Y en 1755, se la encuentra en el "Hôtel Dieu" de Joigny. En 1760, es asociada al gobierno de Mère Agnès Revers con el título de coadjutora. La sucede como superiora general el 21 de noviembre de 1762.

Durante su generalato, hará numerosas fundaciones: en 1765, Saint Florentin; en 1773, Villeneuve le Roi; en 1775, Boulay d'Achères y Châtillon sur Loing; en 1881, Nanteau sur Lunain; en 1784, Blandy y Boulogne sur Seine y en 1792, Lorris. También procede a retirar las hermanas del "Hôtel Dieu" de Angerville. En todos estos lugares, Mère La Croix se da a la tarea de obtener administradores, contratos en regla, con el deseo de orden y justicia. En fidelidad a la Intuición Primera, conduce el instituto con mano firme y segura, conservando el temperamento robusto y sano de la comunidad.

Por desgracia, este generalato atraviesa uno de los periodos más sombríos de la historia de Francia: La Revolución de 1789. El final del invierno de 1793 ve la huida de la Comunidad y el abandono del Convento de Sainville, que será vendido como bien nacional en 1796. En los otros establecimientos, según las posibilidades, las hermanas continúan su servicio de caridad. Es particularmente el caso de Janville, donde Mère La Croix se refugia después de haber tenido que huir de Sainville. Desde ahí, en colaboración con el Abbé Granger, cura de la parroquia, preparará la reconstitución de la Congregación. Muere súbitamente, el 16 de mayo de 1801, y no tendrá la alegría de ver los frutos de su labor.


 

MÈRE AUGUSTIN († 1809 en Janville)

- 1803-1809 -


Geneviève Chaintreau nació en Puiseaux (Loiret) el 30 de agosto de 1736. Probablemente asistió en este lugar a la pequeña escuela de las hermanas de Sainville. En 1765, la encontramos como superiora del “Hôtel-Dieu” de Saint Florentin donde permanece hasta 1777, fecha en la que le piden volver a Sainville. Al término de la Revolución, cuando fallece Mère La Croix, está en el “Hôtel-Dieu” de Janville como administradora provisional de la comunidad. Su nombre figura entre los tres propuestos por el Abbé Granger en el sufragio de las hermanas convocadas para el capítulo de reconstitución. El 21 de noviembre de 1803 es elegida cuarta superiora general de la Congregación. Después de un primer trienio es reelegida para el cargo, el 3 de junio de 1807. En el transcurso de este año, con la ayuda del Abbé Granger y a pesar de las dificultades internas, logra interesar a "Madame Mère" del Emperador en el renacer de la Comunidad. El 30 de septiembre de 1807, Soeur Pélagie representa a la Congregación en el capítulo general de Hermanas de la Caridad convocado por el Emperador. Esta regresa con la ayuda económica de 15.000 libras para adquirir la “Maison Rose” que ocupaba la comunidad.

Mère Augustin tuvo que manifestar mucha firmeza en esta difícil restauración, pues los diez años de dispersión habían alterado la disciplina y el espíritu religioso. Logró hacer que se aceptaran las privaciones inherentes al estado de gran pobreza debido a las circunstancias del tiempo y volvió a establecer lazos con las antiguas administraciones. Poco a poco, surgieron vocaciones.

Aún, con edad avanzada, Mère Augustin continuó su tarea, recibiendo y formando novicias. Restableció antiguos establecimientos, tales como Richebourg y Chilly. En 1809, abrió otros nuevos en Villers-Cotterêts, Clairvaux y Blérancourt. Inauguró un nuevo tipo de fundaciones: "les dépôts de mendicité" (establecimientos para personas marginadas por la sociedad).

Cuatro meses después de la muerte del Abbé Granger, quien sucumbe en plena tarea el 20 de abril de 1809, Mère Augustin fallece también en plena actividad, a los 73 años. Por una singular coincidencia, el mismo día de su funeral, el 12 de agosto de 1809, Mons. de Barral, arzobispo de Tours, llegaba a Janville; venía a pedir hermanas para el hospital general de su ciudad.


 

MÈRE POTENTIENNE († 1817 en Tours)

- 1809-1816 -

Mère PotentienneMère PotentiennePara reemplazar a Mère Augustin, el capítulo del 20 de septiembre de 1809 eligió a la superiora de Lorris, Mère Potentienne, de 66 años de edad. No se sabe nada de la infancia, ni de la entrada al noviciado de Jeanne Rousse, nacida en Dampierre les Conflans, en Haute Saône, el 31 de marzo de 1743. De su estadía en Lorris, la historia conserva el recuerdo de su entrega a los enfermos y de su gran hospitalidad.

Mère Potentienne no estaba presente en el capítulo. La noticia de su elección le causó gran incertidumbre por tratarse de una carga tan pesada a su edad. Aceptó debido a la insistencia del obispo de Versailles, repitiéndose a sí misma palabras que llegarían a ser legendarias: “La Divina Providencia vendrá en nuestro auxilio” y “Dios sea bendito en todo”, esto es lo que le gustaba repetir frente a los acontecimientos felices o desventurados.

La ayuda vino en la persona del P. Evette, sucesor del Abbé Granger. Era una época aún muy difícil. La situación financiera de la comunidad era precaria. La extrema escasez no conducía a calmar la agitación de algunas mentes que juzgaban severamente la administración, no habiendo aceptado de buena gana la elección de Janville como sede de la Congregación. 

En enero de 1810 convoca un capítulo para estudiar la situación y buscar los medios de mejora. Obtiene los poderes para avanzar en los trabajos de construcción y arreglos de la casa comenzada por Mère Augustin. Pero, rápidamente, se convenció de la insuficiencia del edifico y de su incomodidad para el uso que le querían dar.

Por otra parte, no dudó en extender la acción caritativa de la comunidad. En noviembre de 1809 envió siete hermanas al hospital general de Tours, bajo la dirección de Soeur Thècle. Algunos meses más tarde, la comisión administrativa propuso la creación de un noviciado en el lugar. Pronto, Soeur Suzane reemplazó a Soeur Thècle como superiora de la comunidad y maestra de novicias. Simultáneamente, completó fundaciones ya existentes, como Villers Côtterets o Saint Florentin y funda Lailly en 1810; Villenueve sur Yonne en 1812; Luçon y Villenueve sur Lot en 1813.

El 19 de enero de 1811, Napoleón I firmó el decreto aprobando los Estatutos de la Congregación de HERMANAS DE LA CARIDAD, DE LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE JANVILLE. Esta importante acta aseguraría el futuro de la comunidad y por esto, Mère Potentienne expresó su acción de gracias en una alabanza a la Santísima Trinidad, escrita en un registro de la comunidad. En este momento la comunidad contaba con 78 religiosas y, entre 1809 y 1813, recibe 46 postulantes y 26 novicias. Mère Potentienne las forma en virtudes sólidas, en humildad, en espíritu fraterno y en la comunión de las almas. Irradiaba sobre todo una confianza inquebrantable en la Providencia.

En el transcurso de su segundo trienio, Mère Potentienne tuvo que tomar una seria decisión: el traslado de la sede de la Congregación. Con el consentimiento del Obispo de Versailles, de quien dependía Janville, del Arzobispo de Tours y de  Madame Laeticia, Mère Potentienne puede adquirir un inmueble en Tours, en la parroquia de Notre Dame la Riche y la comunidad se traslada a Touraine. Un decreto del 14 de agosto de 1813, firmado por Marie Louise (esposa del Emperador), confirma la autorización. Monseñor de Barral dio a la comunidad como superior eclesiástico, a uno de sus más eminentes vicarios generales: el P. Danicourt.

Desde agosto de 1814, Mère Potentienne continua las fundaciones: Sens, bajo la dirección de Soeur Pélagie, y muy pronto Neuvy le Roi, seguida de Ballan y luego de Amboise en 1816. Después de haber dotado a la Casa Madre de una capilla, Mère Potentienne pensó en fundar un establecimiento donde las hermanas adquirirían, además de una formación espiritual, una competencia profesional tan completa como lo exigía su estado de vida. Compró una casa contigua al noviciado a fin de establecer allí un pequeño hospital y una escuela de enfermería. No tuvo la alegría de ver realizado este proyecto. A la edad de 73 años, muy fatigada, renunció en el capítulo del 16 de septiembre de 1816. Acabó su vida plena de entrega y oración en la Casa Madre, en el barrio La Riche. Murió el 4 de mayo de 1817. Su recuerdo permaneció muy vivo, hasta tal punto que una verdadera leyenda se ha formado en torno a su nombre, tanto en Lorris como en Tours. Una tradición reporta que su cuerpo, sepultado en el cementerio de la Riche, no habría sido alterado por la corrupción.


 

MÈRE ADÉLAÏDE († 1822 en Châtillon sur Loing)

- 1816-1821 -


Marie Anne Catherine Combier nació en Puiseaux (Loiret) el 3 de septiembre de 1752. De niña frecuentó la pequeña escuela que las hermanas de Sainville tenían en Puiseaux desde 1733. Entró al noviciado hacia el 1772, y trabajó al cuidado de los enfermos como “gobernanta” en el “Hôtel Dieu” de Toury. En 1777, Mère La Croix la envió a Châtillon sur Loing. A partir de 1785, asegura la dirección de las escuelas, después de haber logrado con éxito el certificado en pedagogía que exigía el Duque de Châtillon. Era una hermana amable e inteligente que la gente de Châtillon apreciaba como “un alma de bien”.

En 1793, por petición de las autoridades revolucionarias, Mère Adélaïde aceptó temporalmente la dirección del Hospicio de Montargis situado a algunos kilómetros de Châtillon. Cuando pudo dejar la dirección de este establecimiento en manos de una seglar, retornó a la vida de comunidad en Châtillon. En el año VI de la Revolución (1798) hizo una corta estancia en Puiseaux en compañía de Soeur Augustin. Luego hasta el año IX de la Revolución (1801) ejerció funciones hospitalarias en Richebourg. Una ficha de datos de la época la describe bastante alta: "1'62 m, cabellos castaños, ojos grises y rostro marcado por la varicela".

Soeur Adélaïde había retomado su trabajo en Châtillon cuando el capítulo del 16 de septiembre de 1816 la eligió para el primer cargo de la Congregación. Tenía 64 años. Mère Adélaïde se entregó a la tarea que el Señor le asignaba con su habitual dinamismo, como mujer organizada y dada a la administración. Visitó y fortaleció las casas y realizó algunas fundaciones: 1817, Richelieu; 1819, Saint Julien du Sault y Dampierre; 1820, Châteauneuf sur Loire; 1821, Château la Vallière, Coudray y Ouzouer le Marché. A pesar de su edad, la dureza del clima estacional y la lentitud de los viajes, Mère Adélaïde presidía la instalación de los establecimientos y visitaba a las hermanas para animarlas en su misión. No gozaba de muy buena salud y tuvo que reposar por un tiempo en Amboise donde el aire era más saludable que el de La Riche. En estos tiempos difíciles, tuvo que hacer milagros de orden y de economia para equilibrar un presupuesto permanentemente precario. En una época donde se hacía sentir la falta de hermanas que asumieran cargos importantes, se privó de los consejos y del apoyo de hermanas competentes para proveer los apostolados, asumiendo sola una labor considerable.

Se esforzó en mantener las Constituciones de la Congregación en la pureza del espíritu primitivo. Muchos ejemplares de los Reglamentos de Sainville habían desaparecido debido a la confusión y al desorden de la Revolución. Solicitó su reimpresión al Arzobispo de Tours quien la aprobó y confirmó el 9 de abril de 1820 sin borrar ni agregar nada "para ser practicados a perpetuidad".

Mère Adélaïde había sido reelegida para un segundo trienio, el 18 de octubre de 1819, pero durante el mes de septiembre de 1821, sus fuerzas declinaron y presentó su renuncia al Arzobispo de Tours. Cinco años de labor intensa habían desgastado su energía. Queriendo “terminar sus días en el ejercicio de la Caridad”, solicitó volver al Hospicio de Châtillon sur Loing. Allí fue donde murió el 9 de julio de 1822, a la edad de 70 años.


 

MÈRE SUZANNE († 1838 en Tours)

- 1821-1824 -


Después de la renuncia de Mère Adélaïde, el capítulo del 15 de octubre de 1821 da su confianza a Mère Suzanne, superiora de Rozay en Brie. Esta hermana de 55 años no era nada desconocida: de gran inteligencia y fuerte personalidad, había sido líder, quince años atrás, del grupo de Châtillon. Nacida el 9 de agosto de 1766 en Cubry (Haute Saône), Anne Claude Sylvestre profesó antes de la Revolución, siendo de la generación de hermanas de Sainville. Al salir del noviciado en 1785 fue enviada a Meung sur Loire bajo la dirección de Soeur Honoré Deshaies a quien sucede en 1803. Este mismo año participó en el capítulo del 21 de noviembre en Janville. Al día siguiente propuso que por dispensa especial, dos postulantes, empleadas del hospicio de Meung, el cual estaba bajo su cargo, recibieran su formación allí. Soeur Suzanne no aprobaba la elección de Janville como sede de la Reconstitución. Su gran error fue difundir su desacuerdo y atraer para el respaldo de sus ideas a un cierto número de hermanas, por encima de la legítima autoridad de Mère Augustin. Sea cual fuese el sufrimiento causado entonces a Mère Augustin, Soeur Suzanne había redimido su error gracias a una gran abnegación y Mère Potentienne le había mostrado su confianza al darle el cargo de la comunidad y del noviciado del Hospital de Tours entre 1810 y 1813. Muy pronto se dio cuenta que esta ciudad ofrecía grandes posibilidades al Instituto y se lo comunicó a sus superiores. Por el tiempo del traslado de la Casa Madre, en 1813, fue enviada a Rozay en Brie y allí se encontraba en 1821.

Como superiora general, Mère Suzanne recibió a Soeur Séraphie como secretaria y a Soeur Assomption como maestra de novicias. El P. Danicourt era aún superior eclesiástico delegado. Ella, con el ardor y la tenacidad de su temperamento emprendedor, se puso manos a la obra y realizó nuevas fundaciones: En 1821, retoma Blandy y funda en Brienon en Yonne; en 1822, Saint Benoît sur Loire y Loudun; en 1824, Chablis, Loches y la pequeña escuela de Château la Vallière. Supo guardar la orientación misionera de caridad y misericordia de la Congregación. Su gestión fue una de las más exitosas. Organizó inteligentemente los espacios de la Casa Madre, compró propiedades contiguas para expandirla, mejoró la Clínica de la Salud adyacente que rendía inmenso servicio al barrio a la vez que permite la formación hospitalaria de las novicias. Su generalato fue un periodo dinámico: el número de entradas al noviciado creció y la comunidad de Hermanas Hospitalarias de Chinon se fusionó a la Congregación.

Sin que se conozca la razón exacta, Mère Suzanne no quiso aceptar su reelección y presentó su renuncia a Mons. du Chilleau en septiembre de 1824, a la edad de 58 años. Se retiró a Rozay en Brie para retomar su servicio como Hermana de la Caridad. En 1834, fue nombrada superiora de Amboise. Dos años más tarde regresó a Tours agotada y vivió aún dos años en la Casa Madre enferma, extenuada y en medio de mucho sufrimiento. Su muerte ocurrió el 16 de abril de 1838 y fue enterrada en el cementerio de la Riche. Dejó el recuerdo de una personalidad fuerte, capaz de equivocarse, pero más aún, de remediar y expiar sus faltas.


 

MÈRE ASSOMPTION († 1849 en Meung sur Loire)

- 1824-1843 -

 

Mère AssomptionMère AssomptionMarie Anne Nicole Lasnau nació en Tours el 6 de abril de 1777. Esperó a cumplir 25 años para solicitar su entrada en el noviciado de Janville en 1811. Tuvo a Soeur Pélagie como maestra de novicias. En su toma de hábito, el 28 de junio de 1812, recibió el nombre de Soeur Assomption. Enviada a Meung sur Loire, fue nombrada ecónoma y secundó a la superiora: Soeur des Anges, a la cual remplazó al ser admitida a formar parte de la Comunidad en 1814. Permaneció allí hasta 1821. En esta fecha, el capítulo la nombró maestra de novicias, cargo que desempeñó durante el generalato de Mère Suzanne. Su bondad sonriente, su serenidad y su espíritu abierto le permitieron ejercer una gran influencia moral sobre la juventud.

Fue en el capítulo del 18 de octubre de 1824 que fue elegida superiora general. Tenía las cualidades de su tierra natal con una cierta propensión a la indulgencia, pero bajo su gobierno, la Presentación no perdió nada de su aplicación al trabajo en vista al servicio de la Caridad. En 1824, 145 hermanas repartidas en unos cuarenta lugares componían la Comunidad. En 1843, cuando dejó su cargo, habiendo abierto 44 casas, las hermanas eran 290. La Presentación había doblado en número. Mère Assomption extendió la Presentación en las regiones de la Touraine, Orléanais y el suroeste. Innovó llevando la presencia de la Congregación al medio urbano: Angers, Nantes, y sobre todo, París. Como en el pasado, se trataba de establecimientos escolares y hospitalarios, pero también “dépôts de mendicité”, más tarde transformados en asilos de ancianos. Reflejaba bien la visión de nuestra Fundadora cuando escribió: “Los indigentes son el fondo sólido de nuestro tesoro”. Abrió los orfanatos de Tours y Montauban (llamados Misericordia) cuya primera superiora fue Mère Saint Pierre, en 1835. La incursión urbana se realizó en servicios de enfermería y ropería, en liceos y colegios de muchachos. También respondió a la llamada de una penitenciaría de muchachos en Mettray, Indre et Loire. Mère Assomption agrandó aún más los edificios de la Casa Madre. Así y todo el espacio habitable no era suficiente. Compró un terreno en las afueras de la ciudad para transferir el establecimiento, elección no afortunada que acarrearía consecuencias dolorosas durante el próximo generalato.

De la pertenencia dominicana querida por Marie Poussepin quedaban ciertas prácticas externas: ayunos, abstinencias, recitación diaria de los siete salmos penitenciales. Su observancia se hacía difícil debido a las múltiples tareas. Mère Assomption obtuvo de Mons. de Montblanc, el cambio de esta última práctica de la regla por un “miserere” diario. La gran innovación de este generalato fue sin duda la introducción de los votos religiosos. Después de consultar a todas las hermanas, Mons. de Montblanc decretó por ordenanza del 24 de septiembre de 1838 la instauración de los votos anuales de pobreza, castidad y obediencia, renovados cada 21 de noviembre. Los cambios en el Derecho Canónico hicieron posible lo que en tiempo de nuestra Madre Fundadora no lo era.

En ocasión de esta decisión, fue publicado en agosto de 1839 el Manual de las Hermanas de la Presentación. Se trata de una especie de directorio de obligaciones de la vida religiosa en dos partes: 1. Extractos de los Reglamentos de Sainville y 2. Una recopilación de oraciones, el Oficio de la Santísima Virgen y otros ejercicios religiosos, entre ellos la carta de San Ignacio sobre la obediencia. El P. Bruchet, superior eclesiástico desde 1834, quien fue en gran parte el autor de este Manual, señaló a la atención de las hermanas vocales que el voto por correspondencia no estaba en conformidad con las Constituciones. Una ordenanza de Mons. Morlot, con fecha de 22 de agosto de 1843, notificó las nuevas normas concernientes a las elecciones. Estas requerían la participación efectiva de todas las superioras locales, de las consejeras ejerciendo el cargo y de las que habían sido consejeras, si residían en Tours, y la derogación del voto por correspondencia.

El generalato de Mère Assomption tuvo sus horas de prueba: La Revolución de 1830, una terrible epidemia de cólera que duró seis meses y durante los cuales, las hermanas de la comunidad se entregaron con una caridad heroica. A la edad de 66 años y su salud decayendo, Mère Assomption sentía que su obra había terminado. Había dado lo mejor de sí misma. En adelante una persona más joven y dinámica era necesaria para impulsar el Instituto. Después de renunciar a su cargo, el 9 de octubre 1843, se retiró a su antigua casa de Meung sur Loire. Allí se encontró de nuevo los pobres y enfermos e hizo gran bien por su disponibilidad, su acogida y su paz. Murió el 22 de julio de 1849, tenía 73 años. Reposa en el cementerio de Meung sur Loire. La piadosa Mère Assomption ha allanado los caminos con dulzura; todo está listo para un magnífico auge, que va a producirse a continuación.   


 

MÈRE SAINT PIERRE († 1878 en Villenueve sur Lot)

- 1843-1858 -

 

Mère Saint PierreMère Saint PierreEl 9 de abril de 1803, en el hogar de Pierre Merlin y Anne Accault, nació una niña: Françoise Apolline, quien quedaría huérfana de padre y madre antes de los 10 años. Fue acogida por su padrino, el P. Pierret, en la casa cural. La niña recibió una educación excelente, en un medio erudito, cerca de un sacerdote sensible y bueno. Su inteligencia se desarrolló a la par que sus aspiraciones a una vida fuera de lo común... “Autora Literaria”, “Misionera”, aspiraciones que confió en las páginas de su cuaderno de gramática o escribió con carbón en los pilares de la iglesia. Su hermana mayor -había entrado al noviciado de Tours- y ella misma visitaban con frecuencia la comunidad de las hermanas establecida en el “Hôtel-Dieu” desde 1812. Ella se unía a la comunidad para “hacer meditación y cantar el Oficio”, y su corazón estaba lleno de compasión ante la miseria y el sufrimiento que encontraba al visitar a los enfermos. Un día resolvió responder a la llamada del Señor y abrió su corazón a su padrino. Éste recibió muy mal dicha noticia y rehusó darle permiso. Sin embargo, partió para la Casa Madre en Tours con el consentimiento de su tutor. Allí fue acogida por Mère Adélaïde. Tomó el hábito el 22 de julio de 1817, y recibió el nombre de Soeur Saint Pierre.

Comenzó su vida religiosa en el Hospital de Amboise, y después de su incorporación a la comunidad, el 13 de agosto de 1821, fue enviada a Saint Benoît sur Loire. Después de una corta estadía en Dampierre, volvió a Amboise donde dotó el hospital de una farmacia, al mismo tiempo que se formaba asiduamente en esta ciencia. Enseguida fue llamada a la Casa Madre al cargo de submaestra del noviciado. En 1831, se le confió la misión de ir a Richelieu para cerrar la casa que se encontraba en declive. Sus iniciativas hacen cambiar esta situación: Creó “la marmita de los pobres”, organizó visitas a los enfermos más aislados, formando seglares que la siguieran, y fundó la “maison hospitalière”. En cuatro años había dado razones nuevas para nuestra presencia en esa ciudad.

En septiembre de 1835 salió de Richelieu para fundar en Montauban. “La misericordia” comenzó desde un despojo completo. Gracias a su dinamismo y espíritu de fe, la pequeña comunidad de tres hermanas contó pronto con doce para una misión que sobrepasaba los límites de la ciudad: el ropero de los pobres, visitas a los enfermos, catecismos y conferencias para adultos, acogida para refugiados españoles. Sus preferidos eran los huérfanos y los niños abandonados. Empezó la construcción de una obra destinada a acogerlos cuando el capítulo de 1843 la llamó a Tours. En ocho años había conquistado toda la ciudad, viviendo sencillamente según el espíritu evangélico. El 9 de octubre de 1843, para sorpresa y consternación suyas, Soeur Saint Pierre fue elegida en el cuarto escrutinio, superiora general de la Congregación. Tenía 40 años. Mujer de carácter firme al mismo tiempo que mujer de corazón, era precisamente lo que el momento presente reclamaba y el superior, P. Bruchet se felicitó vivamente.

En los últimos años de su generalato, Mère Assomption había tenido que reprender algunas acciones de indisciplina y ciertas libertades... Con lucidez, Mère Saint Pierre constató la pérdida de vitalidad espiritual. Una de sus primeras charlas revela sus intenciones. “Ustedes me han nombrado, contra mi agrado, a un cargo que por nada deseaba. En él estoy y cumpliré mis obligaciones cueste lo que me cueste.” Ella iba a retomar una situación que la avanzada edad e indulgencia de Mère Assomption no habían podido solucionar. Reaccionó ante el abuso, volviendo al pensamiento de la Fundadora, a la Regla que ésta dejó. Reformó con tacto sin violentar a nadie. Para conocer las casas y las hermanas emprendió viajes, a pesar de las dificultades ligadas a la pobreza y debidas en parte a la situación económica de Francia, y por otra parte, al proyecto de traslado de la Casa Madre. Constatando la insalubridad del terreno comprado por Mère Assomption, pidió la anulación del contrato de compra y propuso edificar sobre Saint Symphorien. Es allí donde construiría la Grande Bretèche, sufriendo gran soledad y grandes preocupaciones financieras. El futuro le daría la razón.

En quince años de generalato, abriría 75 casas, sobre todo “misericordias” para visitar a los pobres, cuidado de enfermos, clases populares y comedores para pobres. Aceptó también prestar servicios en seminarios menores y colegios de muchachos, en la nueva obra de "los hornos económicos" y la acogida a las jóvenes de color en Ancizan. En el noviciado inició un curso de Ciencias Religiosas, reforzando con conferencias semanales impartidas por los capellanes. Ella misma se encargó de dar charlas a la comunidad pues tenía en mente la formación integral de las hermanas. Abrió al lado de la Casa Madre el pensionado que serviría para la formación de las novicias destinadas a la enseñanza. Organizó un curso Normal (letras y ciencias) en el noviciado para ser dado por profesores universitarios de Tours. Este plan juzgado demasiado audaz no pudo realizarse pero la inspiración había sido lanzada. Envió a varias hermanas a París para seguir los cursos dados por Madame Pape Carpentier, famosos por su contenido pedagógico. Finalmente, crea un dispensario de barrio, contiguo a la Bretèche.

Siempre fue de corazón, Hermana de la Caridad, abierta a las penas y necesidades: en 1849 y 1854, se puso a disposición de las autoridades de la ciudad para combatir las epidemias de cólera. Durante el exilio de Abd El Kader y su familia en Amboise, ignoró la oposición de creencias y costumbres para aceptar una misión a favor de las mujeres y niños del jefe árabe.

Su amor por la Congregación y a Marie Poussepin la llevaron a buscar apasionadamente las huellas de nuestra Fundadora en vista a una mayor fidelidad. Lo primero fue el regreso a Sainville. Allí instaló una pequeña comunidad que renovaría la tradición escolar y hospitalaria en este lugar. Con el P. Gervais, capellán de la Casa Madre, buscó recuerdos de los orígenes y tuvo la alegría de descubrir la lápida sepulcral y después los restos de Marie Poussepin. Intentó restaurar los archivos de la Congregación e hizo investigaciones en Chartres que le permitirían recuperar documentos importantes, como el testamento de nuestra Madre Fundadora, el acta de donación a Noëlle Ménard donde Marie Poussepin afirma su proyecto de comunidad dominicana y sus intenciones apostólicas y caritativas.

En encuentro providencial entre el P. Lacordaire, restaurador de la Orden en Francia y Mère Ludovic, le permitieron volver a acercarse a la Orden de Predicadores. Escogió a Santo Domingo como segundo patrón de la Congregación y recurrió a religiosos de la Orden en ciertas circunstancias. Gracias a las hermanas mayores que perpetuaron las tradiciones, se constató que el espíritu dominicano había permanecido latente en la Congregación. Desafortunadamente este acercamiento juzgado inoportuno o incomprendido va a ser en parte causa de la destitución de Mère Saint Pierre.

Poco antes de la elección de 1858, es nombrado un nuevo arzobispo en Tours, Mons. Guibert. Éste no conocía la Congregación y sabía poco de sus asuntos e hizo caso a la murmuración de algunas hermanas descontentas, apoyadas por un sacerdote influyente y convocó a la madre general al arzobispado. Sin darle oportunidad de explicarse, le pidió no participar en el próximo capítulo y la invitó a retirarse a alguna casa de la Comunidad, lejos del gobierno general de la Congregación. Sacrificándose por el Instituto, dio testimonio de fe heroica y de despojo total dejando la Bretèche para siempre. Se retiró a Villeneuve sur Lot para vivir allí durante 20 años, una misión de devoción y servicio a los pobres y enfermos como verdadera Hermana de Caridad.

Murió súbitamente en Villeneuve, el 30 de octubre de 1878, a causa de una enfermedad contraída en la cabecera de la cama de los heridos de la guerra de 1870. Tenía 75 años. Su cuerpo, sepultado en el cementerio de Villeneuve, fue hallado intacto después de 45 años. Fue trasladado a Tours y enterrado en la capilla de la Casa Madre donde reposa desde el 13 de julio de 1923. Este generalato marcó fuertemente la Congregación en lo que concierne a la cuestión dominicana. Mère Saint Pierre fue de las primeras en destacar la identidad de Hermana de la Caridad Dominica, uniendo el espíritu apostólico de Santo Domingo, las observancias monásticas y las prácticas de Caridad propias de San Vicente de Paul.


 

MÈRE DU CALVAIRE († 1887 en Tours)

- 1858-1887 -

 

Mère Du CalvaireMère Du CalvaireEl 14 de septiembre de 1858, no pudiendo ser reelegida Mère Saint Pierre, la mayoría de los votos fueron para Mère du Calvaire. Marie Angélique Drancourt había nacido el 3 de junio de 1819 en el pueblo de Saint Aubert cerca de Cambrai. Perdió sucesivamente a su madre y a su padre, quedando huérfana a la edad de 10 años. Madurando precozmente, la niña fue confiada a las Hermanas de la Caridad de Cambrai. Allí hizo su Primera Comunión en 1831, y en su Confirmación adoptó el nombre de Charlotte. Apasionada por la lectura, seria y dotada de excelente memoria, diría más tarde: “Es la lectura la que me ha enseñado lo poco que sé”.

Esta formación de autodidacta le permitió, desde la edad de 16 años, responder por una clase de infantil en una institución de Cambrai. Habiendo caído enferma, fue atendida por un médico que le hizo descubrir las hermanas de la Presentación. Dos años después, en octubre de 1837, Marie Angélique entraba al noviciado en la Riche. El primero de febrero de 1838 fue admitida a la toma de hábito que tuvo lugar el 5 de marzo. Tomó el nombre de Soeur du Calvaire y fue enviada al “Hôtel Dieu” de Saint Florentin que tenía una escuela anexa. A los 19 años reemplazó a Soeur Saint Maurice, una hermana experimentada y muy competente. El 12 de octubre de 1840 fue admitida a la profesión pero, al año siguiente, tuvo que abandonar la enseñanza. La fatiga y el trabajo habían debilitado su delicada salud. Después de algunos meses de reposo fue enviada al hospital de Sens donde se encargó de la farmacia. Allí estuvo hasta 1843. En esta fecha, Mère Saint Pierre la envió a Villeneuve sur Lot para fundar y dirigir un centro de beneficencia. Allí multiplicó sus actividades caritativas (acogida de huérfanos, taller, ayuda a los necesitados, particularmente durante la hambruna de 1852). De ella se decía: “Todo en ella atraía, cautivaba, y manifestaba un espíritu cultivado al servicio de un gran corazón”.

En 1853, Mère Saint Pierre le confió la responsabilidad del Hospital General de Tours. Función importante que exigía una buena coordinación con los responsables de la administración. Allí vivió la epidemia de cólera de 1854 y la inundación casi total de la ciudad, en 1856. Se arriesgó a sí misma no solamente participando y velando en la organización de los auxilios, sino permaneciendo cerca de los enfermos. Dirigiendo la comunidad de 32 hermanas, en un hospital de 1000 camas, Mère du Calvaire no descuidó el trabajo de la Congregación, de la cual había sido nombrada consejera en el capítulo de 1855. Estaba al corriente de las dificultades que perturbaron la Comunidad a partir de 1857. Mère du Calvaire vivió en ese entonces horas penosas que la hirieron profundamente debido al gran afecto que tenía por Mère Saint Pierre.

Al ser elegida en el capítulo de 1858, comenzó un largo generalato de 30 años. A finales de 1858, Mère du Calvaire se dedicó a realizar y a completar el vasto proyecto de instalación y organización de la Bretèche planeado por Mère Saint Pierre. Primero, al lado este, se adjuntó un ala paralela a la capilla (hoy, Saint Dominique) cuya obra terminó en 1859. En 1863, hizo colocar en la gran sala de la Comunidad dos placas de mármol con los nombres de las Madres Generales siguiendo al de Marie Poussepin. En 1868 hizo extender el ala paralela al Loire, desde el otro lado de la capilla. Al fin, también hizo construir un ala en ángulo, perpendicular al Loire, para allí colocar el pensionado. Este edificio terminado en 1870, no se usará al principio como estaba destinado. Debido a los acontecimientos, desde octubre de 1870, sirvió para albergar una ambulancia que recibía a los heridos del frente del Loire.

Las fundaciones del generalato fueron numerosas y variadas. Citemos por ejemplo, la de las “Demoiselles du commerce”, una especie de sociedad de ayuda mutua encargada de las jóvenes empleadas de los grandes almacenes de París, cuando por enfermedad eran privadas de su salario. Además, ellas podían participar en actividades de formación, culturales o recreativas. En los viejos hospicios y “dépôts de mendicité” se puso en marcha una iniciativa muy interesante: la hospitalidad por el trabajo.

La gran novedad fue la misión más allá de las fronteras francesas. Primero, España, con la fundación de Arenys de Mar en 1867. Este primer impulso fue interrumpido por la guerra francoprusiana de 1870. Terminado el conflicto, recomenzaron las fundaciones con la apertura del Hospital Saint Jacques en París, y los orfanatos de Tanneurs y de Douets en Tours. El ímpetu misionero continuó con implantaciones en Colombia (Bogotá) e Iraq (Mossoul) en el año 1873. El final del generalato estuvo marcado por persecuciones debidas a las leyes laicas. Estas trajeron la conversión de las escuelas en escuelas libres, en medio de un clima de preocupaciones, tristezas y hostilidades. Durante este periodo oscuro, murieron el Abbé Gervais (1882), Monseñor Colet, arzobispo de Tours (1883) y el P. Malmouche (1886). 

En 1868, Mère du Calvaire tuvo la alegría y el honor de recibir en la Bretèche, al P. Jandel, maestro de la Orden, que venía a discutir la cuestión dominicana. No hubo solución inmediata en ese entonces. De otra parte, la madre general, animada por Mons. Meignan, había retomado el trabajo de las Constituciones comenzado por el P. Gervais, en vista a obtener el reconocimiento de derecho pontificio. El manuscrito fue presentado en Roma por el canónigo Pouan en 1884. El 25 de julio de 1885 fue promulgado el decreto de alabanza. El 22 de abril de 1887 fueron aprobadas las Constituciones y el 30 de mayo se firmó el decreto de reconocimiento pontificio. Al mismo tiempo se abrió en Roma la Casa de salud en la Vía Milazzo.

Por su parte, Mère du Calvaire terminaba la redacción del Directorio de las Superioras y las Hermanas. A pesar de su salud precaria, el capítulo de 1887 procedió a su reelección. Un mes más tarde, la gravedad de su enfermedad la obligó a estar en cama. No obstante su sufrimiento, mantuvo hasta el final su lucidez y una gran paz. Murió el día de San Carlos, el 4 de noviembre de 1887. Antes de entregar su alma al Señor, había expresado el deseo "de ser enterrada como los pobres" y oró para: "que se guarde en la comunidad el espíritu de sencillez y de pobreza". Según su deseo, reposa en el cementerio de Saint Symphorien. La lápida de su tumba dice de ella “ha sido de gran virtud, ornada de prudencia. Las almas que ha guiado han recibido la solidez de su sabiduría y de sus santas palabras”. Las hermanas de Mossoul enviaron una lápida de mármol con estas palabras: “A orillas de los ríos de Babilonia, hemos llorado acordándonos de ella”.


 

MÈRE JOSÉPHA († 1921 en Tours)

- 1888-1921 -

 

Mère JoséphaMère JoséphaPierrette Marou nació en Montauban, el 13 de noviembre de 1839. El día de su bautismo, celebrado el 24 del mismo mes, recibió como segundo nombre Marie bajo el cual se le llamó desde entonces. Se educó con las hermanas negras. Era muy inteligente, de espíritu limpio y positivo, y una voluntad enérgica. A la muerte de su padre, su madre y hermano se opusieron fuertemente a sus planes de entrar al noviciado de la Presentación. Sin embargo, los dejó en 1864 para realizar su deseo de vida religiosa, tenía 25 años. Su noviciado fue serio y piadoso. Ya se decía de esta postulante que tenía una mirada profunda, una fuerte personalidad, “naturaleza ardiente, impetuosa... yo iba a decir imperiosa”, escribiría más tarde Mère Théophane, su maestra de novicias. Tomó el hábito el 30 de mayo de 1865 y recibió el nombre de Josépha. Enviada a Rozay en Brie, fue encargada de la primera clase hasta su profesión que tuvo lugar el 30 de septiembre de 1867. Regresó a Rozay y fue nombrada superiora de la casa. Allí fundó el pensionado, que llegó a ser floreciente.

En 1875, comenzó en París, las obras parroquiales de San Francisco de Sales: visita a los pobres, distribución de víveres, sala cuna, asilo, clases gratuitas, taller... Soeur Josépha tenía grandes miras. Mujer de acción, daba un vigoroso impulso a todas las tareas que se le confiaban. En 1881, fue llamada a la Casa Madre. En 1884, fue secretaria, consejera y asistente. A la muerte de Mère du Calvaire, sus grandes cualidades la designaron por la decisión de las capitulares, y el 10 de abril de 1888 fue elegida superiora general. En su primera circular, Mère Josépha escribía que la misión de la superiora general es la de “dar su tiempo, sus fuerzas, su vida hasta el último aliento”. Realizó plenamente este programa durante 33 años, en medio de grandes dificultades.

Antigua directora de estudios, dedicó sus primeros esfuerzos a las obras educativas. Había establecido programas de grado para los diferentes cursos. Instauró un concurso de emulación entre las escuelas. Hacía que le enviasen los cuadernos de los estudiantes y les suscitaba la iniciativa. En 1900, durante la exposición universal de París, se le otorgó una medalla de oro a la Presentación por la dirección, la organización, la pedagogía, los concursos generales y los cuadernos expuestos por los estudiantes. Igual que sus predecesoras extendió la irradiación espiritual de la Congregación por toda Francia. A menudo recorría caminos y cruzaba fronteras para visitar las comunidades. Varias veces tuvo audiencia con Su Santidad León XIII. A partir de 1893, reemprendió los trámites para solucionar la cuestión de pertenencia a la Orden Dominicana. Estas culminaron en 1897 con la bula papal que concedía a la Congregación el título de Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación y reconocía la filiación "en virtud de su creación, sus costumbres y observancias regulares ininterrumpidas, en una palabra, su identidad".

En la Casa Madre, Mère Josépha agrandó la capilla (tribunas y transeptos). En 1867, colocó las estatuas de Nuestra Señora del Rosario, Santo Domingo y Santa Catalina de Siena. También organizó y mejoró la enfermería. Al comenzar el nuevo siglo había cien postulantes. Pero los años sombríos estaban a punto de comenzar. Iban a experimentar el enfrentamiento entre el poder civil y la Iglesia que tuvo como consecuencia el mantenimiento o cierre de comunidades según estuvieran autorizadas o no. Se cerraron numerosas escuelas, pues Mère Josépha tomó una decisión global frente a la secularización exigida. "No nos quitaremos el hábito religioso. Se nos echa de las escuelas, abriremos hospitales. Si se nos echa de Francia, iremos al extranjero". Fue así que las leyes de expulsión permitieron el envío de hermanas a España, Colombia e Iraq. Se abrieron casas en Inglaterra, Suiza, el norte de Italia, y a petición de nuestros hermanos Dominicos, en Fall River, Estados Unidos. Aun siendo de robusta constitución, los incesantes trabajos y viajes, la numerosa correspondencia y las dificultades acabaron con las fuerzas de Mère Josépha. El 12 de mayo de 1921 rescindió su cargo. Su salud se quebrantó y falleció en la noche del 29 de noviembre de 1921. Reposa en el cementerio de Saint Symphorien, en Tours.


 

MÈRE LEÓN JOSEPH († 1943 en Tours)

- 1921-1939 -

 

Mère León JosephMère León JosephAlexandrine Eléonore Perrin nació en Bourges (Cher) el 2 de noviembre de 1864, la quinta de los hijos de una familia de médicos. Su madre que había recibido una buena educación, supervisó sus estudios y le transmitió una gran piedad. Estando en Tours, conoció al Abbé Lefay, capellán de la Grande Bretèche. A partir de este encuentro, empezó una dirección espiritual que duraría medio siglo. Entró al noviciado de la Bretèche el 29 de marzo de 1893 y tomó el hábito el 4 de marzo de 1894 con el nombre de Soeur León Joseph. En julio del mismo año obtuvo su diploma elemental.

Mère Josépha ve a esta novicia piadosa, obediente y apegada a su vocación. Sabiendo que era muy dotada, la envió a París, a la escuela profesional de la rue de Clichy que tenía unas treinta estudiantes. Estando allí se encargó también de dar catecismo a los huérfanos, visitar a los padres de familia y diversas actividades. El 10 de septiembre de 1896 fue admitida a la profesión y volvió a su trabajo de la rue de Clichy hasta 1899 cuando fue nombrada superiora en Montauban, reemplazando a Mère Saint Jean de Dieu. Esta casa, centro de atracción de la parroquia, lo fue mucho más bajo el impulso de Mère León Joseph. Organizó reuniones para jóvenes de la sociedad: La Asociación Sainte Germaine, y un hogar para estudiantes y empleadas. Más tarde, en esta casa se van a agrupar todas las obras para mujeres de la diócesis. En diciembre 1908, fue llamada a la Bretèche como secretaria general. En 1914, fue elegida asistenta y trabajó muy de cerca de Mère Josépha durante 14 años, antes de sucederla como superiora general el 24 de mayo de 1921.

Mère León Joseph gobernó la Congregación durante 18 años y dejó marcada su huella: una fuerte presencia religiosa, vitalidad creciente, y dinamismo en la expansión misionera. Condujo al Instituto en su línea original, fiel al espíritu de Marie Poussepin, por quien profesaba un culto ardiente. Su lucidez de espíritu, su juicio firme, su facilidad de adaptación, le permitieron moverse fácilmente en la administración. Poseía además un sentido sobrenatural: la búsqueda de la voluntad de Dios la guiaba en todo lo que emprendía. Así es que abordaba los problemas con toda serenidad y jamás daba impresión de precipitarse o sentirse agobiada. Por este gran dominio de si, unido a su sobriedad en el hablar, ejercía gran influencia en quienes la conocían. El celo de la gloria de Dios la empujó a emprender grandes cosas: viajes lejanos en condiciones difíciles, fundaciones en el extranjero, estadías en Roma para trabajar en la causa de Marie Poussepin.

En la Grande Bretèche reorganizó el edificio de Saint Joseph e hizo transformar el "enclos" (1923). Este mismo año tuvo lugar el traslado de los restos de Mère Saint Pierre desde Villeneuve sur Lot. También fue el año de su viaje a Colombia con ocasión de los cincuenta años de fundación. Allí permaneció durante seis meses. En 1928, emprendió la visita de la misión de Mesopotamia. Allí en el lugar, pudo ver el prestigio de las hermanas ante ingleses y musulmanes. Durante la guerra, las hermanas habían creado el servicio de salud y salvado a los prisioneros. Se admiró de la influencia de las hermanas entre las mujeres iraquíes cuya formación favorecían.

En el año 1929 entraron en vigor las nuevas Constituciones, mientras que la Academia Francesa adjudicó el premio Monthyon a la Congregación, por la superioridad de su enseñanza en los establecimientos de América y de Oriente. En 1930 se creó la nueva provincia latinoamericana de Medellín, mientras que en 1933, en España se inician una serie de años dolorosos. Al estallar la Guerra Civil española en 1936, 121 hermanas se vieron forzadas a huir al extranjero. En ese mismo año, en Francia, los trastornos políticos y la llegada del Frente Popular obligaron al noviciado a refugiarse en Suiza durante varios meses.

En 1938, la larga y laboriosa investigación histórica y búsqueda de archivos del P. Théry, op., comenzadas por petición de Mère León Joseph, culminaron en la publicación de dos gruesos volúmenes: “Recueils des actes de la Vénérable Marie Poussepin”. En 1939, tuvo la alegría de ver reabrir los centros educativos y colegios de España, después de establecerse la paz en el país. Pero poco después, en Francia, habría de nuevo guerra.

Los 18 años de trabajo continuo y los numerosos viajes y visitas a las casas acabaron con su salud. Decidió renunciar al cargo en el capítulo que estaba previsto para el 24 de mayo de 1939. Sin embargo, sus penas no habían terminado. Vinieron la declaración de guerra, la invasión del territorio y la ocupación de Francia. Obligada a refugiarse en Montbeton, permaneció allí hasta agosto de 1940. De vuelta a la Casa Madre, pasó allí tres años de inactividad y sufrimientos. Edificó a quienes la rodeaban por su paciencia y su ofrenda total por la Presentación. La tarde del 15 de febrero de 1943, el Señor vino a recogerla, a los 79 años de edad y a los 49 de vida religiosa. Mons. Gaillard, arzobispo de Tours, dijo en su elogio fúnebre: “Estaba magníficamente dispuesta para recibir el signo del encuentro y volver a decir, desde el fondo de su corazón, la palabra que marcó toda su vida religiosa: 'Ecce Ancilla Domini'”.  


 

MÈRE THÉRÈSE AUGUSTA († 1966 en Tours)

- 1939-1959 -


Mère Thérèse AugustaMère Thérèse AugustaMarie Paule Germaine Rose Malrieu nació en Amboise el 30 de julio de 1884. Fue la tercera de una familia de cinco hijos. Después de la muerte prematura de su madre, en 1889, fue confiada a su abuela y a sus tías junto con su hermana Jeanne, 18 meses menor que ella. Las niñas asistieron al pensionado de St. Louis de Gonzague dirigido por las hermanas de la Presentación. Ambas dejaron allí en recuerdo de ser alumnas excepcionales, de trabajos irreprochables y muy dotadas. En 1899, obtuvo su diploma elemental. El 11 de noviembre de 1905 entró al noviciado de la Bretèche. Para ella, bien dispuesta, enérgica, organizada y habiendo tenido ya responsabilidades, el tiempo de postulantado le brindó una atmósfera de silencio y oración que anhelaba. Tomó el hábito el 21 de noviembre de 1906 y recibió el nombre de Soeur Thérèse Augusta. Fue enviada como maestra al pensionado de Rozay en Brie permaneciendo allí hasta 1907, fecha en la cual regresó a la Comunidad para prepararse al examen del Certificado superior. En 1908 y 1909, fue responsable de una clase en el pensionado de la Bretèche. El 2 de octubre de 1909, después de su profesión, fue nombrada submaestra del noviciado. Marcó profundamente a las novicias humana y espiritualmente. Al mismo tiempo, profundizó su formación doctrinal por medio del estudio, la lectura y la oración. En la Pascua de 1925, Soeur Thérèse Augusta fue nombrada maestra de novicias. En 1932, fue llamada a remplazar a Mère Jeanne du Sacré Coeur en el consejo general, decisión que fue ratificada al siguiente año por el capítulo general. En 1932, acompañó a Mère León Joseph a Roma. Luego hizo el recorrido de las comunidades de Argelia, Marruecos y España. En 1934, visitó Fall River y en 1936 llegó a América Latina. Durante esta visita cayó gravemente enferma, pero pudo constatar, sin embargo, la vitalidad de las obras en pleno desarrollo.

En el momento en que el mundo entero estaba a punto de entrar en uno de los más grandes cataclismos de la historia, el capítulo general del 24 de mayo de 1939 eligió a Mère Thérèse Augusta, superiora general. La II Guerra Mundial estalló el 3 de septiembre. En la Casa Madre se organizó un hospital de 200 camas. En mayo de 1940, es la gran ofensiva: doce millones de civiles huyeron. Se organizó la partida de las hermanas mayores y las postulantes. Poco después, las novicias emprendieron la ruta del exilio hacia Lourdes. El 16 de junio de 1940, un torpedo cayó en el jardín de la Brèteche. El consejo general, a su turno, salió de Tours hacia Montauban. El regreso fue el 11 de julio. Después del armisticio, Francia quedó dividida en dos zonas. Dos hermanas murieron, una en Nantes y otra en Beauvais, víctimas de los bombardeos. Las comunicaciones se hicieron imposibles. Reinó la escasez.

Sin embargo, la ley de septiembre de 1940 autorizó el restablecimiento de la enseñanza congregacional y permitió la apertura de 35 pequeñas escuelas. Esto obligó, en 1942, a hacer una modificación de los estatutos y a tener una formación acelerada de hermanas para la enseñanza. En 1943, se unió a la Presentación la Congregación de Hermanas de Sainte Anne de Feugarolle. En 1944 tuvo lugar un nuevo éxodo, hacia Benais. La Bretèche fue tomada por los alemanes y hubo que desocupar la casa con excepción de la capilla que fue sellada. En octubre, después de la liberación, las hermanas la encontraron sucia y con daños pero aún en pie. Este mismo año se abrió un noviciado en España. A partir de 1945, Mère Thérèse Augusta emprendió la visita a los países de los cuales no había tenido noticias.

Empezaron las transformaciones. Se acentuó la formación en todos los aspectos. En 1951, se abrió un centro de educación femenina en la Bretèche. En 1954, las Hermanas de Notre Dame de Manosque se unieron a la Congregación. Al mismo tiempo, dos nuevas provincias nacieron en Colombia: Manizales y Bucaramanga. Se siguió en 1957, la erección de la viceprovincia de Asia. Ese mismo año se procedió a una nueva modificación de las Constituciones. En 1958, se abrió una escuela de enfermería en Marseille - Prado. Nuevas estructuras se formaron: en 1958, erección de las provincias de Francia Sur y Francia Norte; en 1959, erección de la provincia de España. Esta descentralización, requerida por Roma, tuvo una influencia sobre la formación cuya responsabilidad pasó a los gobiernos provinciales. Fue también en este año de 1959 que se reactivaron los trabajos de preparación para la agregación dominicana.

La reelección de Mère Thérèse Augusta en 1953, habiendo requerido la autorización de la Santa Sede. En 1959, después de 20 años de generalato, renunció a su cargo, pero continuó formando parte del consejo general como vicaria. En 1962, recibió la Legión de Honor que le fue otorgada bajo título de aporte a la influencia cultural y brillo de Francia en el extranjero. El espíritu de sabiduría, de equilibrio y de prudencia de Mère Thérèse Augusta, su amor por la Regla y la vida interior, ejercieron fuerte influencia sobre la Presentación que gobernó en años difíciles. Manifestó una serenidad y posesión de sí misma, reflejo de su paz interior y fortaleza del alma. Sus fuerzas fueron declinando hasta morir en Tours el 25 de julio de 1966.


 

MÈRE THÉRÈSE DES ANGES († 1992 en Tours)

- 1959-1971 -

Mère Thérèse des AngesMère Thérèse des AngesIrène Louise Marie Haguenier nació el 17 de abril de 1903 en Villers-Cotterêts en la región de Aisne. Llamada a vivir la vocación dominicana, entró a la Presentación, tomó el hábito el 28 de agosto de 1924, hizo sus primeros votos el 28 de agosto de 1925 y pronunció sus votos perpetuos el 28 de agosto de 1928. Comenzó su vida religiosa en Wokinghan (Inglaterra) donde llegó para enseñar música. Presente en la Casa Madre en 1939, se preparaba a partir para Medio Oriente, pero la guerra decidió otra cosa y fue hacia Colombia. Hubo muchos impedimentos y peligros en el viaje.

Durante siete años dirigió el colegio del Centro de Bogotá, luego fue elegida como provincial de Medellín donde permaneció diez años. Dio un vigoroso impulso a esta provincia que contaba entonces con 17 años de existencia. Desbordaba dinamismo y vitalidad. En su interés por la Congregación hizo que las hermanas completaran sus estudios de Enseñanza o Enfermería para un mejor servicio. Abrió una Escuela de Enfermeras, creó la Clínica del Rosario, arregló la casa provincial y modernizó las obras de apostolado sabiendo adaptarse al tiempo y abierta al porvenir y necesidades de la Iglesia.

Después pasó algunos meses en Reading (Inglaterra) estableciendo una nueva fundación, regresó a Francia en el momento que se establecían las nuevas estructuras. Fue nombrada superiora provincial de Francia Norte e instaló la provincia en el 106, Rue de Vaugirard de París. El 24 de mayo de 1959, sucedió a Mère Thérèse Augusta como decimocuarta superiora general de la Congregación. Los cambios del mundo y de la Iglesia que habían comenzado tímidamente estallarían durante este generalato que coincidió con el Concilio Vaticano II por una parte, y por otra, con los acontecimientos de Mayo de 1968 en Francia.

Su mandato empezó con la agregación a la Orden dominicana. Los esfuerzos realizados desde el tiempo de Mère Saint Pierre hasta ese momento, por fin tuvieron éxito. Este hecho no trajo consigo ninguna modificación de los Estatutos y Constituciones. La situación jurídica del Instituto no cambió. Solo el hábito fue modificado. Se adopta el velo, la túnica y el escapulario.

En su ardiente deseo de apertura y amor a la Iglesia, Mère Thérèse des Anges entró en la perspectiva de aggiornamento querido por el papa Juan XXIII. Implica a las hermanas y contagia en todas sus empresas el dinamismo y voluntad que la caracterizaban. La urgente necesidad de preparar a las hermanas para nuevas tareas le hizo poner el acento en la formación. En 1963, abrió un juniorado y procedió a renovar los programas de estudios del noviciado (Teología, Biblia, Espiritualidad, Antropología, Metafísica, etc.). El tiempo de formación se prolongó y se instauraron etapas de iniciación para las postulantes y las novicias. Las formadoras siguieron los cursos de estudios Forma Grégis y un gran número de hermanas se involucraron en estudios teológicos, bíblicos, profesionales y técnicos.

En la línea de regreso a las fuentes, Marie Poussepin fue propuesta como el ideal que toda hermana debe mirar e imitar. En 1963, se retoman las gestiones en vista a la Beatificación de la Fundadora. Se emprenden nuevas investigaciones necesarias para la redacción de la Positio. En 1964 se instituyó la Comisión histórica local, también se creó el Centro de documentación e historia. En 1968-69, tuvo lugar la reconstitución del lugar de origen en Sainville. Finalmente, en 1969 convocó y presidió en Roma el capítulo de aggiornamento que sería retomado en 1971. El objetivo: dar un nuevo y vivo impulso a la vida religiosa y misionera de la Congregación para un mejor servicio a la Iglesia y al mundo.

A nivel de estructuras, creó la viceprovincia de Estados Unidos (1961), la de Italia-Suiza (1966) y la provincia de Francia Centro en 1968. Fue ese mismo año que instaló la residencia general en Roma. En respuesta a las llamadas de la Iglesia fundó en: Ecuador (1959), Chile (1960), Burkina Faso (1961), Puerto Rico (1962), Panamá (1963) Líbano e Israel (1964), Perú-Bolivia (1965) y la India (1971).

Terminado su mandato, Mère Thérèse des Anges permaneció algunos años en la Bretèche. Se consagró a la publicación de "In Ecclesia". Mientras organizaba y daba cursos de inglés y español a las hermanas, dirigió numerosas y apasionantes actividades de formación permanente. En 1980 se unió a la comunidad del 310, Rue de Vaugirard donde, en el silencio, la oración y la correspondencia fiel y abundante, continuó una misión fructuosa para la Congregación. Debido a quebrantos de salud, tuvo que tener algunas precauciones. El 17 de mayo de 1990, su estado se agravó obligándola a ir a la nueva enfermería de la Bretèche. Fue allí donde el Señor vino a buscarla el 28 de agosto de 1992. Tenía exactamente 67 años de vida religiosa.


 

MÈRE MARIE SAINTE THÉRÈSE († 1998 en Tours)

- 1971-1979 -

 

Mère Marie Sainte Thérèse con Pablo VIMère Marie Sainte Thérèse con Pablo VISimone Odievre nació en Havre (Seine Maritime) el 17 de diciembre de 1913. Entró al noviciado al final del invierno de 1942, en plena guerra. En su toma de hábito, el 28 de agosto de 1943, recibió el nombre Soeur Marie Sainte Thérèse. A partir de marzo de 1944, vivió el exilio en Benais donde la comunidad estuvo replegada durante la ocupación de la Bretèche por los alemanes. A pesar de las dificultades, el 28 de agosto de 1944 tuvo lugar en estricta privacidad la ceremonia de profesión. Después de su profesión, según se acostumbraba en esa época, pasó algunos meses en la Bretèche, liberada de los alemanes desde mediados de octubre de 1944. Más tarde, fue enviada a Marseille, a la residencia de jóvenes de la Rue Marengo.

En 1950, regresó al noviciado como submaestra hasta 1957 cuando fue nombrada maestra de novicias en reemplazo de Mère Saint Jean de Dieu. Desempeñó esta tarea hasta 1965, fecha en que fue nombrada al consejo general como asistenta, encargada de la formación. En 1970 fue enviada a visitar Latinoamérica y Estados Unidos. En el capítulo general de 1971 que tuvo lugar en la Grande Bretèche fue elegida superiora general. Su generalato transcurrió durante el periodo postconciliar, cuando la vida religiosa se vio confrontada por el gran movimiento de secularización. La vida religiosa debía adaptarse al mundo presente sin perder nada de su fuerza de interpelación evangélica. Los grandes temas serán: 
 
Durante su generalato se desarrolló la presencia de hermanas en trabajos asalariados y la vivienda en “inserciones” en el corazón de la ciudad. Sin embargo, la gran obra de su generalato fue la elaboración de las nuevas Constituciones. El Concilio las pidió. En fidelidad al proyecto de Marie Poussepin, éstas debían expresar claramente lo que las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación querían ser y vivir. La renovación general del camino de Evangelio se realizó por etapas: 
 

Al mismo tiempo que se realizaba este trabajo de renovación espiritual, en 1973, después de la visita a la viceprovincia de Estados Unidos, Mère Marie Sainte Thérèse tuvo la alegría de festejar el centenario de la llegada de las hermanas a Colombia. Participó en las diferentes actividades organizadas en las provincias. La clausura de las festividades fue la celebración del consejo general ampliado (CGA) en Bogotá. El aniversario de la llegada de las hermanas a Iraq debió ser pospuesto debido a los acontecimientos que sucedían en Medio Oriente. Fue en 1974 que Mère Marie Sainte Thérèse viajó a Bagdad para participar de las festividades impregnadas de acción de gracias y sencillez. 

El año 1975 estuvo marcado por la celebración en Roma del capítulo general, se erigió la provincia de Estados Unidos y hubo una fundación en Curazao. Luego siguieron las fundaciones de El Salvador, en 1976, y de México, en 1979. 1976 fue un año de visitas a las comunidades: Dighton, Haití, Puerto Rico y Colombia. Luego, la India y Medio Oriente. En 1977 tuvo lugar el CGA de Dighton. Preocupada por la fidelidad al Carisma, Mère Marie Sainte Thérèse inauguró en 1978, el mes internacional de “Historia y Carisma de Marie Poussepin”, preludio de lo que llegaría a ser el Centro de Estudios Marie Poussepin (CEMP).

Ya apuntaba en el horizonte el capítulo general que habría de tener lugar durante julio y agosto de 1979 en Roma. Se preparó para pasar el cargo a aquella que el Señor escogiera. Después de dejar la responsabilidad fue enviada a Suiza donde ejerció la misión de superiora local hasta 1986, fecha en la cual volvió a la Bretèche como secretaria de la Casa Madre. Algunos años después, la enfermedad comenzó su obra, pero se mantuvo en su trabajo hasta que una fractura, consecuencia de una caída, la condujo a la enfermería. Allí, después de largos meses de sufrimientos silenciosos, murió en la víspera de la Ascensión, el 21 de mayo de 1998. Mère Marie Sainte Thérèse fue sencilla, humilde y pobre. Bajo cierta apariencia fría y distante, debido a su rectitud y sentido del deber, se dejaba ver una verdadera sensibilidad, llena de delicadeza y atención hacia cada una, en el respeto de su libertad. Con ella, las lecciones se aprendían a menudo sin palabras: bastaba verla vivir.


 

HERMANA INÉS MERCEDES MEJÍA TORO († 2011 en Tours)

- 1979-1994 -

 

Sor Inés Mercedes (centro) al poco tiempo de ser elegida, con Mère Marie Sainte Thérèse (derecha) y Mère Thérèse des Anges (izquierda)Sor Inés Mercedes (centro) al poco tiempo de ser elegida, con Mère Marie Sainte Thérèse (derecha) y Mère Thérèse des Anges (izquierda)Inés Mercedes Mejía Toro nació en Sonsón (Colombia) el 3 de abril de 1933. Entró en la comunidad en 1951 e hizo profesión el 3 de febrero de 1954. Después de diversas obediencias en el campo de la educación, en la formación, y un tiempo de estudios religiosos en Francia, fue nombrada maestra de novicias de la provincia de Manizales, función que desempeñó de 1969 a 1974. Elegida superiora provincial, permaneció como tal hasta 1979, año en que el capítulo general dio a la Congregación la primera superiora general de origen colombiano. Desde un principio y durante los 15 años de generalato, Hermana Inés Mercedes recordó que “como Congregación, existimos en vista de la Misión”. Para tener éxito en esta tarea “la formación estructura la persona en comunidad y garantiza la calidad de nuestra vida en Iglesia”.

El servicio de la caridad y el compromiso con los pobres piden una revisión de la administración y estructura de la Congregación. En el plan administrativo, el secretariado general y el economato general fueron reorganizados. Se creó el fondo común de la Congregación. A nivel del gobierno, se modificó la duración de los cargos, pasando de 4 a 5 años. Se erigieron o dividieron numerosas provincias y viceprovincias para una mayor vitalidad espiritual y una mejor calidad en los compromisos apostólicos. El campo misionero se extendió a 12 nuevos países y se abrieron 129 nuevas fundaciones. Una verdadera preocupación de comunión produjo la creación de una red de conexiones y de información entre las hermanas. Así, las Comunicaciones a la Congregación llegaron a completar las tradicionales Circulares. Se creó el Servicio de Información de la Congregación (SIC), que mantiene a cada una al corriente de lo que concierne a la vida de las comunidades. El éxito de la sesión sobre “Historia y Carisma” de 1978 reclamaba una prolongación. Se tomaron dos iniciativas en este sentido: Los reciclajes (1981) y la creación del Centro de Estudios Marie Poussepin (CEMP). ¿Cómo explicar en unas cuantas líneas la riqueza de este generalato? Hay que precisar que en la realización de sus objetivos, se apoyó constantemente en el ejemplo e intuición de Marie Poussepin. También hay que mencionar la tenacidad y el cuidado atento de Hna. Inés Mercedes para llegar al final de la causa de Beatificación de Marie Poussepin. Vio todos sus esfuerzos coronados en la celebración del 20 de noviembre de 1994, presidida por el papa Juan Pablo II, en la Basílica de San Pedro en Roma.
 

Al finalizar su tercer mandato, Hna. Inés Mercedes fue nombrada directora del CEMP, donde asumió esta tarea con pasión, primero en la Bretèche, donde aseguraba al mismo tiempo el cargo de consejera de la Casa Madre, y después en Sainville. Siendo superiora de dicha comunidad, toma parte en la pastoral diocesana y parroquial.

En el año 2010, su salud sufre notables achaques, que requerirán su hospitalización en marzo de 2011, en la clínica de l'Alliance de Tours. Es allí que el Señor vino a buscarla en la noche del 29 de abril de 2011 a las 22.30h., en la fiesta de Santa Catalina de Siena. Lo dió todo al Señor y a la Congregación. Descansa entre sus hermanas en el cementerio de Saint Symphorien, en Tours.


 Texto: Soeur Dominique du Christ

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