Lectio Divina: Sexto Domingo de Pascua. Ciclo B

on 02 May, 2024
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Tlaxcala (México), Hna. Elizabeth Flores Pérez, 05 de mayo 2024.- Permaneced en mi amor. 

EVANGELIO

Jn 15, 9 - 17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
 
 

REFLEXIÓN

Amor, amistad y alegría, son los temas de la liturgia de este domingo. Palabras tan repetidas en nuestro tiempo… ¿sabremos descubrir su riqueza en medio de tantos significados superpuestos?

A través de los tiempos, Dios no ha dejado de enviarnos mensajeros que nos dicen “Dios les ama” y finalmente nos envió a su Hijo querido, El Señor, quien nos revela el verdadero rostro del Padre. Rostro de ternura, misericordia, compasión. Un Padre que, no solo desea nuestra alegría, sino que danza[1] y se goza con la nuestra.

Será que, acoger el amor de Dios, nos implica muchas menos cosas de las que, con frecuencia, imaginamos cuando perdemos de vista su hermoso rostro. Cosas que, algunas veces se tornan cargas pesadas sobre nuestros propios hombros o sobre los de nuestras Hermanas.

Permanecer en su amor, como niños pequeños, transformar nuestras relaciones fraternas haciendo posible la amistad y la alegría.

ORACIÓN

Señor, querido amigo nuestro, danos la fuerza del Espíritu que transformó la vida de las primeras comunidades, rompiendo barreras, abriéndolas a la comunión, a la unidad. Danos la docilidad de Cornelio, la humilde y audaz apertura de Pedro. Podremos entonces conocerte tal cual eres, unirnos a tu alegría, la que nadie nos arrancará; y ser, quizás, una pequeña luz entre nuestros hermanos de humanidad.


[1] Sofonías 3, 14-17