Hna. Rosmery Castañeda habla de mujer y Sínodo en Barcelona

Sor Gemma Morató, comunidad de Bellafila, Barcelona, 08/11/2025.-El pasado 8 de noviembre, aprovechando la estancia de Hna. Rosmery Castañeda en Barcelona durante unos días, le pedimos que nos ofreciera una conferencia a partir de su experiencia como madre sinodal. Con la sala llena de representantes de varias congregaciones y algunas laicas, nos deleitó con una ponencia titulada «Mujer, diaconía del Reino, en la Iglesia sinodal». Nos acompañó también el delegado de la vida consagrada de la archidiócesis de Barcelona, P. Juanjo Moré, sdb.

Hna. Rosmery con el P. Juanjo MoréHna. Rosmery con el P. Juanjo Moré

Con un estilo claro, cercano y profundamente vivido, Hna. Rosmery explicó el papel de la mujer en la Iglesia desde una mirada evangélica y sinodal. Recordó la figura de Santa Catalina de Siena, gran dominica, mujer apasionada y libre, que no se quedó sentada llorando ante la realidad eclesial de su tiempo —una Iglesia donde la dimensión masculina era mucho más visible—, sino que, inspirada por el Espíritu Santo, alzó la voz y denunció con valentía las injusticias. Fue voz profética en medio de su contexto, una mujer que supo invitar y movilizar al cambio. Hna. Rosmery evocó también a tantas mujeres a lo largo de los siglos, movidas por la fuerza del Espíritu, que no se resignaron a permanecer en silencio ni a esperar que solo las “cabezas visibles” de la Iglesia expresaran las mociones del Espíritu. Recordó ejemplos de mujeres que, desde la oración, la acción pastoral o el compromiso social, han sido presencia transformadora y han mantenido viva la llama de la profecía y del servicio.

Durante su intervención, insistió especialmente en la necesidad de tejer vínculos y relaciones dentro de la Iglesia, reconociendo que la sinodalidad no se construye desde estructuras, sino desde encuentros fraternos y corresponsables. Con gran claridad, fue desgranando los distintos capítulos del Documento del Sínodo, subrayando la importancia de escuchar, discernir y caminar juntos, hombres y mujeres, laicos y consagrados, en una misma misión al servicio del Reino.

Su palabra fue testimonio y llamada, una invitación a seguir construyendo una Iglesia más inclusiva, participativa y femenina, donde la voz y el servicio de las mujeres sean reconocidos como parte esencial de la diaconía del Reino.

 

 

 

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